Una princesa de un reino lejano se encontraba disfrutando de una mágica tarde en medio de la naturaleza. Siempre llevaba su juguete favorito; una esfera que al moverla emitía luces brillantes. Mientras caminaba por el espeso bosque su preciada pelota cayó en el lago de los cocodrilos.
No pudo ocultar su tristeza, pensando en que más nunca vería el regalo que su abuela antes de fallecer le obsequió. Cuando una lagrima bajaba por su mejilla, se acerca hasta ella un cocodrilo, quien con voz suave le pregunta por qué llora.
La princesa se asustó y exclamó: “No sabía que los cocodrilos podían hablar”.
El cocodrilo le respondió: “He sido hechizado por una malvada bruja, que, al no corresponderle su amor, me convirtió en este temible animal”.
La princesa conmovida le preguntó al cocodrilo: “¿cómo puedo ayudarte?”
Pero en el mismo instante cayó en cuenta que ambos se necesitaban para recuperar algo que habían perdido.
De inmediato la princesa le propuso un trato: “si me ayudas a recuperar mi pelota de colores, te ofrezco mi apoyo para que vuelvas a ser humano”.
El cocodrilo le respondió: “Si tu pelota cayó al lago, te prometo que la voy a encontrar, pero dudo mucho que me puedas ayudar en mi problema. De la bruja no sé nada y no sé cómo se puede romper el hechizo”.
“Por eso no te preocupes, le dijo la princesa. Ya mismo hablaré con mi padre el Rey, para que reúna a su ejército y emprendan la búsqueda de la bruja hechicera, sólo debo saber cuál es su nombre y te aseguro que hoy mismo la hallaremos, para que vuelvas a la normalidad”.
El cocodrilo entusiasmado aceptó el trato y se sumergió al lago en búsqueda de la pelota de colores, pero antes le recalcó a la princesa, que la bruja se llamaba Penélope.
Y así cada uno tomó su camino. Pasaron las horas, llegó la noche y del cocodrilo no se sabía nada y de la bruja hechicera no había rastro.
Al día siguiente, el cocodrilo salió del Lago y oh sorpresa en sus manos traía la pelota de colores de la hermosa princesa, quien esperaba feliz debajo del árbol donde se conocieron. La princesa saltó de alegría y emocionada le dio las gracias al animal, a quien haber encontrado la esfera le daba mucha esperanza y certeza que a la malvada hechicera también la encontrarían, sin embargo, ese día no fue posible.
Pasaron varias semanas y de la bruja nada se sabía, era como si se hubiera esfumado. Mientras los días pasaron la princesa y el Cocodrilo se veían en el mismo sitio todos los días, se volvieron muy buenos amigos. Pero de repente todo cambió, un amor empezaba a florecer en esta particular pareja.
La princesa estaba resignada a amar a su Cocodrilo tal como era y él ya estaba destinado a seguir siendo un animal, pero la historia tendría un giro inesperado.
Llegó el día especial, el beso que anhelaban, el beso que sería el sello del amor y que cambiaría el rumbo de esta historia.
Cuando juntan sus labios, una gran fuerza hizo volar al cocodrilo hacia lo alto, una enorme luz lo cubría. La princesa no sabía que pasaba, tenía miedo por lo que estaba sucediendo, no sabía qué hacer. De repente un caballero vestido de príncipe, quien flotaba en el aire baja hasta donde está la princesa. Ella estaba muda y el feliz de haber encontrado al amor.
“Fue el beso del amor correspondido lo que me trajo de vuelta” Dijo el desconocido hombre.
“¿No me reconoces?” le preguntó a la princesa.
Ella preguntó, con cierta duda, “¿eres tú mi bello Cocodrilo?”
El hombre le respondió: “Ya no soy un Cocodrilo, soy tu príncipe amado, que te esperó por muchos años, para volver a ser feliz”.
Sorprendidos se unieron en un abrazo eterno y luego corrieron al palacio de la princesa, para contar la buena nueva. De inmediato el rey organizó un gran banquete de bienvenida, que se convirtió en la fiesta de matrimonio de la hermosa pareja, que vivió feliz y enamorada para toda la vida.
FIN
©Versión de Ross Durango / Lic. en español Y literatura