Cuento: La princesa tartamuda
Érase una vez, una princesa que vivía en un hermoso palacio, con mucho dinero y todo a sus pies, pero le faltaba algo, hablar sin tartamudear. Sus padres; el rey y la reina habían hecho de todo para curar a su hija, pero ni el dinero era suficiente para solucionar el problema.
La princesa ya estaba en edad de casarse, pero los príncipes al conocerla, la rechazaban porque cuando hablaba se le dificultaba y ese detalle según los apuestos jóvenes, la hacía lucir fea.
Un día se encontraba en el jardín, llorando y muy desconsolada, porque no entendía porque había nacido así. Sus lagrimas eran más de rabia que, de dolor, pues ningún hombre se quería casar con ella, estaba resignada a quedarse sola para toda la vida.
Cuando se dispone a regresar al palacio, un duende se le aparece y le dice: “Te escuché llorando y renegando por tu condición, pero yo tengo la solución a tu problema. Si me permites ser tu novio, hablarás normal en menos de lo que crees”, ¿aceptas? La princesa le respondió: ¿pero por qué debemos ser novios?, yo te puedo dar mucho más que eso, pues soy la hija del rey, dueño de todo esto.
Pide lo que quieras y te lo concederé y a cambio me quitas lo tartamuda”. El duende no aceptó y le dio un ultimátum a la princesa, “te voy a dar hasta mañana a las 4 de la tarde, para que me des la respuesta que espero”.
La princesa volvió al palacio y se quedó toda la noche pensando en la propuesta del duende. Al día siguiente se encontraron a la hora acordada y allí la princesa aceptó ser la novia del duende, pero con la condición, que se mantendría oculto su noviazgo, hasta que ella hablara normal. El duende no dudó en decirle que no había problema e iniciaron su romance.
Todos los días, la inusual pareja se encontraba a la misma hora y en el mismo lugar, para compartir. Pasaban toda la tarde conversando, riendo y jugando. A veces la princesa le leía divertidos cuentos al duende y éste le enseñó a pescar grandes peces en el lago. Poco a poco se iban enamorando, hasta que un día se besaron y así sellaron su amor.
En ese momento, el duende, se convirtió en un apuesto príncipe y la princesa dejó de tartamudear. La princesa estaba feliz, no entendía lo sucedido, pero pronto el príncipe le explicaría: “hace muchos años, una terrible bruja que odiaba a mi padre, le quería quitar su palacio y como no pudo se vengó convirtiéndome en un duende.
Pero el día que hizo el hechizo, dijo que sólo el beso del amor sería capaz de corregir lo malo en mi vida y en aquella persona que me besara. Por eso tu también has quedado curada de tu tartamudez”.
El príncipe remató diciendo: “Esperé por mucho tiempo a una mujer que me hiciera feliz. El día que nos conocimos, no fue casualidad, yo te conocía y sabía de tu noble corazón. Sin embargo, ese día supe que eras la elegida, te puse a prueba y hoy que estás conmigo, no pienso dejarte nunca.
¿Princesa, te quieres casar conmigo? La princesa emocionada respondió: “Si mi apuesto príncipe, quiero ser tu esposa por el resto de mis días. Así vivieron felices por siempre. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
FIN.
©Versión de Ross Durango / Lic. en español Y literatura