Carito tenía 7 años cuando se mudó al campo con su abuela y su mamá. Ella estaba fascinada por el canto de los animales, las hermosas flores y árboles frondosos que veía desde su ventana.
Su habitación tenía una vista hermosa, que todas las mañanas la invitaba a contemplar la naturaleza. Ella creció en la ciudad, pero anhelaba vivir en medio del bosque y ese día llegó y lo estaba viviendo tal como lo soñó.
Pero no siempre sería así. El primer día de clases en su nueva escuela no fue recibida como lo esperaba. Keysi, la niña popular del salón fijó sus ojos en ella desde que la vio y le prometió hacerle la vida imposible mientras estuviera allí.
Ella no entendía por qué si no la conocía, ya tenía enemigos, porque Keysi habló con el resto de sus compañeros, para que no le hablaran y en cambio la molestaran todo el tiempo. Pero con la excepción de Lucecita, a quien también la molestaban, pero ya no le importaba.
Al salir al descanso, Carito se sentó a comer su merienda sola en un rincón. No quería tener problemas con nadie, su intención era ir al colegio a aprender. Pero la amistad también hace parte del año escolar y Lucecita llegaría a su vida para reafirmarlo.
Lucecita también se sentaba sola y desde su banca, veía a Carito todos los días, hacer lo mismo. Era prácticamente su reflejo, porque un día ella también estuvo en su situación.
Después de una semana Carito, salió al recreo como de costumbre, sabiendo que comería sola y hablaría con la pared. Pero Keisy ese día tenía ganas de fastidiarla y se acercó con su grupito de amigas envidiosas. Con el pie le tumbó la comida de sus manos y todas empezaron a reírse. Carito empezó a llorar y en ese momento llegó Lucecita para defenderla. Keysi le dijo: “Quítate de mi camino horrible gafufa, pero Lucecita tomó fuerzas de donde no sabía que existían y la miró a los ojos y le respondió: “si te metes con Carito, te metes conmigo, ella no está sola. Vete antes que conozcas a la verdadera Lucecita”. Asombrada por su actitud Keysi y sus amigas, se retiraron del lugar.
Desde ese entonces Carito y Lucecita se convirtieron en las mejores amigas, ya nunca más las molestaron y, al contrario, a partir de allí todos se querían. Ya nadie más volvió a tratar mal al otro. En la escuela acabaron los días tristes y todo era felicidad.
Lucecita todos los días jugaba en la casa de Carito, allí también hacían tareas y juntas contemplaban el hermoso paisaje que se veía desde la ventana de la habitación de Carito y justamente allí sellaron su amistad de amigas por siempre.
FIN
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