La niña que se perdió de regreso a casa

Cuento: La niña que se perdió de regreso a casa

Cuento La niña que se perdió de regreso a casa

Era un día soleado, pero con viento fuerte. Las ramas de los árboles parecían reír cuando se movían.  El viento jugaba con el cabello de Milagros, una niña de ocho años, quien es la protagonista de este cuento.

A Milagros le gusta mucho ir al parque, su madre la lleva todas las tardes, luego de hacer tareas.  Allí pasan gran parte del día y regresan a casa antes de oscurecer.  Milagros llega exhausta, apenas puede cenar, reposar e ir a la cama.  Es la rutina preferida de la niña.

Milagros pronto cumpliría 9 años y le ha pedido a su madre de regalo, una bicicleta.   “Este año me he portado muy bien, gané el colegio y ayudo arreglando mi cama, ¿mamá, no crees que me merezco mi regalo?”, dijo a su madre, con voz tierna y ojos brillantes.

Su madre, una mujer joven que trabaja desde casa, le ha tocado sola, pues el padre de Milagros murió cuando ella tenía un año.  Sólo se tienen la una a la otra, son inseparables, hasta que un día ocurrió algo inesperado.

Llegó el cumpleaños de Milagros, ese día la niña se levantó feliz, no paraba de reír. Isabel, su madre, le preparó su desayuno preferido; sanduches con chocolate y fresas.  Mientras comían, su madre le entrega una caja de regalo, Milagros lo abrió con entusiasmo, era un vestido rosado, su color favorito.

  El vestido le encantó tanto que llenó de besos y abrazos a su mamá, pero igual le preguntó ¿Dónde está la bicicleta que te pedí? Isabel sonrió y de inmediato le pidió que se fuera a cambiar, para llevarla al parque.

Cuando llegaron al parque allí la estaba esperando su bicicleta, su madre lo había planeado todo.  Compró en línea y pidió que la llevaran al parque para sorprender a Milagros.  La niña soltó en llanto, pensaba que su madre lo había olvidado.  Enseguida la montó y como toda una experta, anduvo en bici toda la tarde.  Así fueron todos los días de ahí en adelante.

Una tarde, Isabel salió a comprar unas cosas que hacían falta para la cena. Le pidió a Milagros que esperara juiciosa en casa, pero la niña no obedeció, apenas su madre se fue, se subió en su bicicleta y echó a andar.  Tomó el mismo camino para ir al parque, pero cuando llegó, dio un par de vueltas y siguió adelante, se alejó tanto, que cuando quiso regresar a casa no supo el camino.

  Intentó por varios caminos, se metió por varias rutas, pero nada le era familiar.  Llegó la noche y Milagros seguía perdida.  Mientras tanto, su madre al llegar a casa la buscó en las habitaciones, en todo lado, miró el lugar donde guardan la bicicleta y vio que no estaba.  Pensó que la encontraría en el parque y hasta allí corrió, pero nada. Preguntó a los presentes, pero nadie la había visto.   

Isabel sabía que su hija donde se encontrara, estaba asustada.  En medio de la búsqueda empezó a llover, pero aún así la mamá de Milagros no dejó de buscar a su hija, quien se escondió en una casa abandonada, con la ilusión de que su mamá pronto la encontrara. 

Milagros ya llevaba dos horas extraviada y no había rastros de ella.  Pero cuando todo parecía inútil, Isabel sacó la fuerza de un tigre y llamó tan fuerte a su hija, que logró escucharla.  Milagros salió de su guarida diciendo en voz alta: “Mamá aquí estoy, aquí estoy”, pero su mamá no la escuchaba.

Cuando su mamá se acercó al lugar, gritó fuerte: “Mamá viniste por mí”, su madre al verla, corrió hacia ella y se abrazaron fuerte, para nunca más volver a separarse.

Moraleja: Obedecer a los padres es una ley de vida, que se debe cumplir.  Cuando los padres dan ordenes a sus hijos, simplemente se deben acatar las normas, no existe negociación.  No hagas como Milagros, que, por desobedecer a su madre, se perdió de regreso a casa.  Es mejor pedir la autorización de los padres y así ellos están enterados de todo lo que hacen sus hijos.

Y colorín colorado este cuento ha terminado, cuando nos volvamos a encontrar se los volveré a contar…

FIN

©Versión de Ross Durango / Lic. en español Y literatura

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