La niña y el duende de la noche

Cuento: La niña y el duende de la noche

Cuento: La niña y el duende de la noche

Érase una vez una niña llamada Rosa, que caminaba por el bosque recogiendo manzanas, las frutas las llevaba a su madre para hacer dulces y venderlos en el pueblo.  Un día estaba como de costumbre recogiendo las manzanas, pero el tiempo se pasó volando y cayó la noche.

Todo estaba muy oscuro, Rosa empezó a tener miedo, ella estaba siguiendo el camino de regreso a casa gracias a la luz de la Luna. En un momento sintió pasos que la acompañaban, miró para todos lados y no vio a nadie.

Avanzó unos cuantos pasos más y volvió a sentir los mismos pasos, en eso se volteó y vio que algo se movió, ella preguntó: ‘¿Quién está allí?’ Nadie respondía. Hizo nuevamente la pregunta, pero esta vez con una advertencia: ‘Qué salga el que se está escondido o sino no respondo’.

De repente aparece un diminuto hombrecillo, con sombrero grande y nariz alargada.  Rosa se asusta y le pregunta su nombre. ‘Soy el duende de la noche’ aparezco sólo cuando el sol se oculta.’ ¿Y tú qué haces aquí a esta hora? preguntó a la joven. Rosa le explicó que se le había ido el tiempo recogiendo manzanas. 

El duende le dijo: ‘este bosque es peligroso, muy pocas personas han podido sobrevivir en este lugar cuando se pierden, porque hay lobos, tigres, leones y otros animales salvajes.  Yo te recomiendo que te des por vencida’. La niña no escuchó su consejo y siguió avanzando.

En vista de su persistencia, el hombrecillo le propone a Rosa entregarle toda la canasta de manzanas a cambio de un deseo, el más importante en su vida. La niña pensó en todo, pero sólo era un deseo. Después de tanto pensarlo, le dijo al duende de la noche, que su deseo era volver ese mismo día a casa sana y salva.

El duende dijo sus palabras mágicas, le echó un soplo en su cara y cuando de repente aparece dormida en los escalones de su casa. Al verse empezó a saltar y dar gracias porque pensó que nunca más volvería a ver a su madre. Se levantó de los escalones, tocó fuerte y al abrir la puerta, su mamá la recibe con un buen abrazo de bienvenida.  Ambas se funden en un tierno abrazo de amor y se prometen no volverse a separar nunca más.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

©Versión de Ross Durango / Lic. en español Y literatura

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